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¿Cómo nos traemos Escandinavia a casa?
Sobrio, auténtico, funcional y atemporal: el estilo escandinavo ha obtenido desde hace tiempo un papel protagonista. Nuestros ambientes cotidianos no serían lo mismo sin las influencias que han incorporado de Dinamarca, Noruega, Finlandia y países vecinos. Materiales puros, colores tranquilos y, sobre todo, diseño funcional: estos interiores sobrios parecen modestos, pero lo cierto es que rebosan carácter y autenticidad. ¿Cómo podemos aplicar este aire nórdico a nuestra propia casa? ¡Lea estas líneas y descúbralo ya!
La belleza escandinava está contenida en una fórmula mágica: se trata de combinar, por una parte, sencillez mediante materiales puros y naturales y, por otra, polivalencia a través de una personalidad que no pasa de moda y unas posibilidades multifuncionales. Estas magníficas propiedades son, además, muy fáciles de integrar en su interiorismo.

Tocar madera
Está fuera de toda duda la enorme importancia de la madera para los escandinavos. Elegir un buen suelo (por ejemplo de fresno, pino o roble) ya nos encamina sin problemas en la buena dirección. Si lo complementamos con el característico mobiliario de madera blanca, en el que se enfatiza la definición de las formas y las líneas, crearemos un ambiente típico de este estilo. No obstante, la madera del suelo no tiene por qué limitarse a este último, sino que también puede aportar su destacado carácter a las paredes o incorporarse en forma de mueble.
Naturaleza pura en casa
Elija muebles de madera no tratada o incluso envejecida, ya que aportan el frescor de la naturaleza en su forma más pura. Además de la madera, la lana, el fieltro o incluso las pieles (piense en la suavidad de su superficie sobre un sofá) son otros materiales excelentes para un interior escandinavo. Estos elementos proporcionan un tono cálido y hogareño en el largo y frío invierno, además de reflejar a la perfección la preferencia de los escandinavos por lo natural y lo sostenible.

Como para quedarse en blanco (y otros colores)
Además de optar por materiales ligeros, también se buscan tintes suaves y sobrios, con el blanco como base indiscutible. Sin embargo, esto no supone un interiorismo descolorido. De hecho, las abigarradas influencias de diseñadores como Marimekko o Josef Frank han dejado vivaces huellas en el estilo nórdico. En otras palabras, hay sitio para aplicar un color alegre o atreverse aquí y allá con un dibujo llamativo.
La sencillez perdura
Este estilo demuestra de manera evidente que una buena decoración no depende de la cantidad de trastos que coloquemos en la casa. Las tres legendarias palabras “menos es más” son uno de los pilares absolutos de la naturalidad escandinava. Decorar sí, pero con sencillez: esa es la clave. Así mantendremos un aire claro y abierto con el que nuestro interiorismo irradiará calma y pureza llenas de personalidad. ¡Prepare su hogar para el zen escandinavo!
